Discurso del Presidente de la República, con motivo
del tercer aniversario de gobierno ante la Asamblea Legislativa. 1 de junio de
2012.
Señoras,
señores:
El
gobierno que presido por mandato popular cumple hoy tres años y por tanto
considero que es un buen momento para compartir con esta Asamblea Legislativa y
con el pueblo salvadoreño algunas reflexiones acerca de la situación que vive
el país en momentos en que la humanidad está a la expectativa y temerosa de que la crisis que padece Europa
se propague al resto del planeta.
Eso
mismo ocurrió hace algunos años, cuando la crisis financiera de Estados Unidos
se extendió como una plaga por el continente y el resto del mundo y que acabo
impactando sensiblemente a nuestro país.
También
es un buen momento para dar cuenta de las principales acciones que estamos
desarrollando para enfrentar este difícil momento, sobre todo para proteger a
los sectores más desfavorecidos, que son quienes más padecen las crisis por ser
los más vulnerables.
Pero,
fundamentalmente, quisiera referirme al futuro del país, a los planes y
programas que tenemos previstos para prepararnos ante una posible crisis
internacional y para seguir avanzando en el camino del cambio que iniciamos
hace tres años.
Dos
años por delante tiene aún esta administración.
En
este tiempo estamos decididos a profundizar el proceso de cambio estructural e
institucional que nos permita avanzar de manera gradual, pero sostenida, en la
solución de los principales problemas que afectan a la población, en especial
los relacionados con la falta de empleo e ingresos, la pobreza, la desigualdad
y la inseguridad y el crimen.
Y
también quiero invitarles a mirar juntos y con optimismo el porvenir del país.
Quiero
pedirles que marchemos de la mano hacia los grandes objetivos que no pueden ser
sino reflejo de los anhelos y necesidades de nuestro pueblo.
En mi
discurso de toma de posesión, el 1 de junio de 2009, dije que no tenemos
derecho a equivocarnos y hoy vuelvo a reiterarlo:
No
tenemos derecho a equivocarnos.
No
podemos jugar la suerte del futuro del país por privilegiar el interés
partidario. Por poner al partido por encima de la Nación.
No
podemos jugar la suerte del país por privilegiar el interés de un grupo en
particular.
No
tenemos derecho a actuar mezquinamente en esta coyuntura histórica.
Debemos
actuar con grandeza. Pero también con honestidad. Con un alto sentido ético de
la política y con una gran responsabilidad por nuestras acciones y palabras.
Las
críticas, por fuertes que sean, si se basan en la verdad, son justas, son
necesarias y son, inclusive, imprescindibles para una democracia. Pero cuando
se fundan en la mentira y en el descrédito son dañinas, no para este servidor
de ustedes, no para este gobierno que termina ya en dos anos más, sino para el
país.
Por
ello es que, si se me permite una metáfora deportiva, pido a todas las fuerzas
políticas, gremiales y sociales del país juego limpio. Que juguemos limpio para
marchar unidos. Para enfrentar como Nación los desafíos que tenemos por
delante. Para aprovechar las pocas pero prometedoras oportunidades que se nos
presentan en estos tiempos de crisis.
Juego
limpio por el país. Juego limpio por el pueblo. Eso pido en nombre de nuestro
esforzado pueblo.
Señores
legisladores, señoras legisladoras:
Estoy
absolutamente persuadido de que El Salvador ha iniciado un proceso de cambios
profundos que no se detendrá porque no se limita a actuar en la superficie de
la sociedad, sino también y especialmente en el río profundo que recorre la
cultura política y social del país.
El
pueblo salvadoreño ha comenzado a tomar conciencia plena de sus derechos. Ha
empezado a actuar con libertad y a expresarse como no pudo hacerlo antes.
Las
grandes mayorías populares, silenciadas durante décadas, convidadas de piedra a
la mesa donde pequeños grupos se repartían el poder y los privilegios y se
concentraban los frutos del trabajo salvadoreño, ya sienten que el apoyo que
les brinda el Estado no es una graciosa caridad, sino la satisfacción de una
necesidad, la garantía de un derecho.
En
efecto, donde hay una necesidad, hay un derecho. Y eso ha comenzado a no serle
ajeno a nuestro pueblo.
Aquel
o aquellos que ignoren esta conquista del pueblo salvadoreño, que se ha dado
bajo este gobierno, corren el riesgo de ser arrastrados y castigados por el
desprecio popular.
Subrayo
esto porque de esta concepción se desprenden un modo diferente de gobernar, una
independencia de los órganos de la República a la que no estábamos
acostumbrados, un debate público permanente y una participación activa de la
población organizada en las políticas públicas.
En
fin: se desprende una profundización de la vida democrática que es uno de los
grandes cambios que ha registrado El Salvador y que está siendo reconocido por
el pueblo salvadoreño y por la comunidad internacional.
Como
producto de los cambios en el ámbito político, actualmente no existen hegemonismos
que generalmente asfixian a las sociedades.
No hay
alineamientos fundados en la ideología o en intereses de grupo o de fracción
que aíslan una nación de la comunidad mundial.
No hay
sometimiento de las mayorías por minorías pudientes autocráticas.
No. El
Salvador se afianza como un país democrático, respetuoso de los derechos
humanos y sociales, que pretende dejar atrás el atraso y la injusticia que
sometieron a vastos sectores y los condenaron a la pobreza, la exclusión y la
falta de acceso a los servicios.
En
este punto quiero destacar que estas características del proceso que vivimos y
el acompañamiento con medidas adoptadas por esta administración constituyen una
continuidad del espíritu de los Acuerdos de Paz, que no habían sido retomados
ni profundizados en el pasado reciente.
La
protección social de las grandes mayorías y las políticas específicas de
seguridad y prevención de la violencia se constituyen en factores determinantes
para recuperar aquel espíritu de pacificación de la sociedad que selló una
nueva etapa en la vida del país.
Quiero
entonces, en este contexto, destacar el diálogo permanente y el trabajo
conjunto que hemos mantenido en los últimos doce meses entre el Órgano
Ejecutivo que presido y este Órgano Legislativo que ustedes integran.
Los
resultados de ese trabajo, traducidos en decretos y leyes de interés nacional,
fueron generados por el debate permanente y los consensos alcanzados y ello es
una muestra evidente de esta nueva realidad que estamos viviendo.
Y en
ese sentido no tengo más que palabras de agradecimiento a vuestra tarea.
Señoras,
señores:
Dije
al iniciar este discurso que estamos amenazados por un nuevo fenómeno crítico
de alcance planetario, fruto de la crisis pertinaz del capitalismo mundial.
En
2008, la crisis financiera que se originó en Estados Unidos inició un duro
período que afectó a la economía mundial fuertemente. La crisis desatada ha
sido considerada la más profunda de los últimos ochenta años –desde el crack de
1929 y sus nefastas consecuencias. Fue en medio de ese momento crítico que
asumimos el gobierno.
A ello
se ha sumado el aumento en los precios internacionales de los alimentos y del
petróleo y de sus derivados que a economías como la nuestra – altamente
dependientes de las importaciones para el funcionamiento de su aparato
productivo- afectan muy especialmente.
Países
de la zona del euro como Grecia, Italia, España, sufren duramente esta crisis
que se extiende a otras naciones.
Hoy el
mundo está a la expectativa de lo que sucede en esos países ya que debido a la
globalización y el avance de las telecomunicaciones, corremos el riesgo de una
transmisión de dicha crisis a nuestro continente y a nuestro querido país, como
ya ha ocurrido en el pasado.
En
este sentido, quiero señalar que antes de asumir el gobierno, con mi equipo de
trabajo hicimos un diagnóstico profundo de la situación mundial y nacional, de
las posibilidades y de las dificultades para diseñar un plan de gobierno
realista y posible de aplicar.
En
virtud de ello, se decidió dejar de lado la aplicación del modelo neoliberal,
ya que fue precisamente ese modelo, con sus recomendaciones de políticas, junto
con el comportamiento especulativo de grandes empresas, el responsable de la
crisis mundial.
Quiero
recordar que en El Salvador el paradigma neoliberal fue aplicado al pie de la
letra por los gobiernos que me precedieron lo que se tradujo en un
desmantelamiento del Estado y en un aumento de la vulnerabilidad de la economía
ante choques económicos externos.
Esto
es así debido a que dicho modelo privilegió el consumo en lugar de la
producción, alentó las importaciones en lugar de fomentar las exportaciones y
le apostó a la competitividad basada en salarios bajos, en lugar de privilegiar
la competitividad basada en el aumento de la productividad.
Por
ello, desde el mismo inicio de mi mandato tomé una decisión fundamental:
impulsar un proceso de cambio estructural e institucional que permitiera sentar
las bases de un nuevo modelo económico y social.
Un
nuevo modelo de gestión económica que esté basada en el dinamismo de la
inversión productiva y en el aumento de la productividad. Un modelo eficiente,
competitivo e incluyente.
Un
modelo que en lugar de concentrar la riqueza la distribuya de manera
equitativa.
En
fin, un modelo que en lugar de generar pobreza, produzca bienestar para toda la
población.
Con
este propósito, desde el 1 de Junio de 2009 comenzamos a desarrollar un proceso
de cambios económicos y sociales que ya han comenzado a dar sus primeros
frutos.
El
centro de atención y ayuda fueron, son y serán los pobres y excluidos, hasta
tanto nuestra economía comience a transitar el círculo virtuoso de la inversión
productiva, el empleo, mejores salarios y progreso del conjunto del pueblo.
Así
nació el Plan Anti Crisis con que iniciamos la gestión en 2009 y así se delineó
el Plan Quinquenal y sus permanentes ajustes, para adecuarlo a la cambiante
realidad nacional e internacional.
Los
resultados han sido provechosos en ese contexto.
Cuando
asumimos la administración del país, recibimos una economía en plena recesión,
con una caída vertical de la producción que hizo que el año 2009 se tuviera un
crecimiento negativo del 3,6% del Producto Interno Bruto, con un déficit fiscal
equivalente al 6.3% del PIB y con alrededor de 40 mil empleos perdidos.
Tres
años después, hemos revertido la crisis económica y la economía está creciendo
aunque a niveles aún insuficientes; el déficit fiscal lo hemos reducido del 6,3
al 4% y a estas alturas hemos recuperado todos los empleos perdidos y se han
generado cerca de 23 mil más.
Las
cifras no son enteramente satisfactorias pero muestran el acierto del rumbo
emprendido y de las políticas aplicadas.
Imaginemos
por un instante si el gobierno hubiese atendido los consejos de ciertos
sectores locales que demandaban el recorte del gasto en forma indiscriminada y
una política de austeridad que sólo podría ser tal cortando los circuitos de
ayuda a los sectores populares.
Hubiésemos
seguido ampliando la brecha de la desigualdad, empobreciendo al pueblo y
agravando la situación económica general que de por sí, recibimos en
deplorables condiciones.
De
modo que el rumbo que imprimimos al país es claro y estoy convencido de que es
el único posible para sacar adelante a El Salvador, como la realidad lo viene
demostrando.
La
expresión de esa decisión estratégica y del nuevo rumbo adoptado por el país
–que de hecho constituyó un cambio esencial en el enfoque de las políticas
públicas- ha sido la creación del Sistema de Protección Social Universal, que
reúne programas de fuerte impacto en la economía de las familias de menores
recursos y que son altamente valorados precisamente por ese efecto.
Una de
las políticas que mejor revelan el espíritu con que el gobierno enfrentó la
dura crisis heredada fue la que se puso en marcha desde el inicio de la gestión
en materia de Salud.
A la
par que se daba respuesta a la coyuntura, se establecían las bases para una
transformación profunda y de largo alcance a través de una gran reforma
plasmada en el Sistema Nacional Integrado de Salud.
Es
decir: comenzamos por eliminar las llamadas “cuotas voluntarias”, que eran una
forma de cobrar por el servicio de salud a los más pobres; empezamos a
abastecer de medicamentos a los hospitales y centros de salud en todo el país,
porque en la gran mayoría de ellos el abastecimiento era inferior al 50%. Y
pusimos en marcha una acción sostenida para recuperar la infraestructura dañada
y hasta abandonada que recibimos.
Y en
septiembre de 2010 lanzamos la reforma de Salud, que será la gran herencia que
dejará este gobierno en materia de servicios públicos de calidad para el
conjunto de la sociedad.
Destaco
en este punto que esta Reforma ha sido apoyada desde su inicio y elogiada por
organismos especializados como la Organización Mundial de la Salud y la
Organización Panamericana de la Salud.
En
menos de dos años se pusieron en funcionamiento 450 Equipos Comunitarios de
Salud –los ECOS- que hoy atienden a 1 millón 650 mil salvadoreños en 153
municipios, en especial en las zonas más alejadas de nuestra geografía.
En
materia de infraestructura, pasamos de 377 unidades de salud existentes a junio
de 2009 a 624. Y terminamos los hospitales que habían sido dañados por los
terremotos de 2001, en San Vicente, Zacatecoluca, Usulután y San Miguel, que
administraciones anteriores dejaron inconclusos.
Se han
contratado a 2,576 nuevos profesionales de la salud como resultado de este
incremento en la demanda, y se invierten 40 millones de dólares cada año en la
compra de medicamentos, frente a los 27 millones que destinaban en el pasado.
En
este sentido, la aprobación de la Ley de Medicamentos, en septiembre pasado,
viene a sumarse a este esfuerzo en la medida en que considera a los
medicamentos como un bien público y un derecho humano fundamental.
Asimismo,
redujimos un 34% el desabastecimiento de medicamentos en el Instituto
Salvadoreño del Seguro Social y ahora el déficit es ínfimo.
Para
atender esta nueva realidad de la Salud Pública nacional, el presupuesto del
Ministerio de Salud ha pasado de los 399 millones de dólares de 2008 a 586
millones en el corriente año.
Esta
Reforma de Salud y los programas presidenciales que conforman el Sistema de
Protección Social Universal constituyen la mayor inversión social de la
historia del país.
Las
cifras hablan por sí solas: en 2008 la inversión en programas sociales
dirigidos a poblaciones vulnerables era de 35.4 millones de dólares; en 2010
elevamos la cifra a 158.9 millones y en 2011 a 170.3 millones. Este aumento de
los recursos invertidos en la población vulnerable ha ido acompañado de un
aumento de los programas sociales.
En
2008 sólo existían dos programas; actualmente tenemos siete programas que
benefician a más de cuatro millones de personas de las zonas rurales y
urbanas.
Este
año nuestra meta es alcanzar una inversión en programas sociales de 201.7
millones de dólares.
Este
esfuerzo no puede ser calificado como un retroceso de los indicadores sociales.
Como
dije, en el centro de esta inversión social está el Sistema de Protección
Social Universal que incluye los siguientes programas:
Comunidades
Solidarias Urbanas y Rurales; Programa de Apoyo Temporal al Ingreso (PATI);
Pensión Básica Universal para adultos mayores de 70 años; uniformes, calzado y
útiles escolares; programa de alimentación escolar; Vaso de Leche; Ciudad Mujer
y Paquetes Agrícolas.
Los
tres programas educativos: el de uniformes, calzado y útiles; el de
alimentación escolar y el Vaso de Leche, de la misma manera que la entrega de
semilla mejorada a nuestros agricultores de menores recursos, llevan un sello
que es también propio de esta administración.
Me
refiero a que esos productos, que el Estado compra masivamente, no se adquieren
más a grandes empresas que los importan, como antes se hacía con el caso de la
semilla mejorada, por ejemplo.
La compra
a micro, pequeños y medianos emprendedores, a pequeños productores y a
cooperativas constituye un ejemplo de la búsqueda de democratización de la
economía, que es otro sostén del modelo que el gobierno ha adoptado.
Este
año, el cien por ciento de la semilla mejorada de frijol que repartiremos ha
sido producido por agricultores nacionales. Y lo mismo ocurre con el 80% de la
semilla de maíz que estamos terminando de distribuir.
En el
caso del Vaso de Leche, la compra también se realiza, cien por ciento, a 2.300
ganaderos salvadoreños. Y ya comenzamos
a comprar también a campesinos locales la base de los alimentos que se
distribuyen diariamente a nuestros estudiantes.
Y la
confección de uniformes y calzado que se entregan a más de 1.3 millones de
estudiantes ha generado 40,000 empleos directos e indirectos en 2010 y 53,000
en 2011.
Señoras
diputadas, señores diputados:
La
apuesta del gobierno a la recuperación de la capacidad productiva del agro
salvadoreño se ha visto recompensada con un incremento importante de su
producción en granos básicos.
El
Plan de Agricultura Familiar, con la entrega de paquetes de semilla mejorada,
la asistencia técnica, la ayuda en materia de comercialización y el acceso al
crédito, seguirá impulsando el crecimiento del campo, de modo que al concluir
mi mandato hayamos alcanzado el autoabastecimiento de maíz blanco y de frijol.
Un
factor que también contribuye al incremento de la producción es la masiva
entrega de escrituras que el gobierno realiza desde el inicio de su gestión.
Hemos
entregado en tres años más de 28 mil títulos de propiedad a familias y personas
que esperaron décadas para acceder a ese papel que les garantiza la titularidad
de la tierra que habitan y laboran. Mas que un papel se trata de la certeza
jurídica de que son auténticos propietarios de la tierra en la que han vivido
en todos estos años.
Entre
junio y julio concluirán los trámites en marcha para completar una entrega de
más de seis mil títulos, que completarán una cifra récord de 35 mil escrituras,
puesto que en los últimos veinte años se habían entregado apenas 34 mil
títulos.
De
nuevo, este avance no puede ser calificado de retroceso y menos de ineficiencia
del gobierno actual.
El
acceso al crédito ha contribuido también a este despegue del agro. El Banco de
Fomento Agropecuario ha otorgado 26,500 créditos por 30.5 millones de dólares,
que representa el doble de colocaciones de crédito anteriores y este año espera
superar los 30 mil créditos.
En
tres años que estamos al frente del gobierno, este banco ha abierto 23 nuevas
líneas de crédito para satisfacer la demanda de los productores.
Pero
el hecho más destacado en este aspecto es el inicio de las actividades del
Banco Nacional de Desarrollo, que será de ahora en más la palanca financiera
del desarrollo del país.
Junto
con el BANDESAL se han creado también un Fondo de Garantías y un Fondo de
Desarrollo Económico para facilitar aún más el acceso al crédito de los micro,
pequeños y medianos emprendedores y fomentar la inversión productiva.
BANDESAL
ya ha comenzado a otorgar los primeros créditos y cuenta con un monto de 35
millones de dólares con los que ha comenzado sus operaciones. Este monto, como
autoriza la ley de creación del Banco, puede ampliarse a 65 millones de
dólares.
Esas
sumas están disponibles para 33 líneas de crédito en 14 rubros, entre ellos:
Agropecuario, Industria, Agroindustria, Servicios, Construcción, Energía, Inversión
Extranjera, Turismo, Exportación, Educación, Salud, Micro, Pequeña y Mediana
Empresa, Mutisectores y una línea destinada a Salvadoreños en el Exterior, en
particular para el fomento de la inversión directa.
Señoras
diputadas, señores diputados:
Quiero
hacer una mención especial de la tarea que realiza el Ministerio de Obras
Públicas en materia de trabajos de prevención de riesgos que, por sus efectos,
complementa la labor de apoyo a los sectores populares, pues son los pobres
quienes padecen la alta vulnerabilidad que presenta la geografía salvadoreña.
Del
mismo modo, quiero también destacar la labor del Fondo de Inversión Social para
el Desarrollo Local en lo que respecta a su tarea en materia de infraestructura
social y de servicios, y de la Administración de Acueductos y Alcantarillados
(ANDA) que favorecen de modo permanente el acceso de una vasta población a los
servicios de los que carecieron durante décadas.
El
FISDL comenzó en 2009 destinando 25.8 millones de dólares en obras de
infraestructura e introducción de servicios básicos. Tres años después ha
invertido ya 127 millones en trabajos de conectividad de agua potable,
electricidad, de infraestructura sanitaria, educativa y vial.
Del
mismo modo, los trabajos hechos por ANDA han permitido que ahora la cobertura
de agua potable en la zona urbana sea ya del 90%.
El
Ministerio de Obras Públicas ha hecho una meritoria labor en materia de
mitigación y prevención de riesgos, que es otra política central de este
gobierno.
De las
más de 400 cárcavas, que se encontraron a la llegada de este gobierno, ya se
han terminado obras en 270 de ellas y continúan los trabajos en 70 más.
Se
construyeron 24 puentes y otros 13 más se encuentran en ejecución, y se
han construido y rehabilitado más de 300 kilómetros de carreteras y caminos
rurales.
Aunado
a esta labor, en materia de infraestructura, están otras acciones importantes
que hemos tomado para reducir la vulnerabilidad de El Salvador, ante los
efectos del cambio climático.
Aprovecho
para informarles que en la más reciente reunión
del Consejo de Ministros fue aprobada la Política Nacional del Medio
Ambiente que será presentada formalmente el próximo martes en que se celebra el
Día Mundial del Medioambiente.
Por
primera vez contaremos con una auténtica política de Estado en materia
ambiental, que se elaboró a partir de una consulta pública. La Política
Nacional del Medio Ambiente propone un ambicioso objetivo que es revertir la
degradación ambiental y reducir la vulnerabilidad de El Salvador ante el cambio
climático.
Estimadas
amigas y amigos:
Hemos
hablado del pasado, de la labor de estos tres años, del presente que nos
permite mirar con más optimismo hacia delante y ahora quisiera referirme al
futuro, en particular a los dos años que me restan de mandato y a las apuestas
estratégicas que formulamos con miras al desarrollo sostenido de El Salvador.
Me
remito brevemente, para comenzar, a un hito de este gobierno que es la nueva
relación de amistad y cooperación que hemos establecido con el gobierno de los
Estados Unidos.
Es el
llamado Asocio para el Crecimiento en el que hemos depositado –como gobierno y
como sociedad- una gran esperanza por su potencial impulso al desarrollo productivo
de nuestro país, a partir de grandes, medianas y pequeñas inversiones en áreas
estratégicas de nuestra economía, como son la energía, los servicios portuarios
y aeroportuarios, la industria, el turismo, las exportaciones, la agroindustria
y, en general, todas las actividades productivas.
El
primer paso de ese Asocio firmado con el gobierno de Estados Unidos fue la
realización de un diagnóstico sobre los obstáculos al
crecimiento económico del país, como punto de partida de esta iniciativa, que se
trabajó en forma conjunta entre un equipo de economistas nacionales y otro de
estadounidenses.
Se
identificaron dos grandes obstáculos vinculantes en ese sentido: la violencia e
inseguridad, de un lado, y la baja productividad de la economía, por el otro.
Se
identificaron también otras restricciones al crecimiento: un bajo nivel
educativo de la fuerza laboral, deficiente infraestructura (puertos,
electricidad, agua, entre otros), una baja tasa de ahorro nacional, altos
niveles de informalidad en la economía, así como riesgos relativos al cambio
climático y vulnerabilidad ambiental, y el limitado acceso al crédito para la
micro, pequeña y mediana empresa.
Como
ven, en algunos casos en muy poco tiempo hemos dado respuestas que nos permiten
ser altamente optimistas respecto del futuro inmediato de este Asocio.
Como
acabo de hacer referencia, en materia ambiental, hemos dado pasos importantes
con inversiones que nos permiten un mayor control sobre los fenómenos
climáticos y geográficos.
Se ha
puesto en funcionamiento el Banco Nacional de Desarrollo, que contribuirá a
resolver el viejo problema del acceso al crédito.
Pero
esencialmente quiero referirme a los dos principales obstáculos y comenzar por
el primero, el de la violencia y la inseguridad.
En
este punto, a nivel nacional e internacional se están reconociendo los
esfuerzos realizados y los frutos obtenidos por El Salvador.
En
tres años hemos fortalecido el sistema de persecución y represión del delito,
con la formación más sólida de nuevos agentes policiales, con procesos de
depuración interna de la Policía y los centros penales, esencialmente; con la
inclusión de la Fuerza Armada en colaboración con la PNC en tareas de seguridad
pública; con el mejoramiento de los ingresos y condiciones de trabajo de los efectivos
que integran nuestra fuerza de seguridad pública; con el equipamiento en
materia de comunicaciones y vehículos; con la modernización del sistema 911 y
la puesta en funcionamiento de cámaras de vigilancia en el área metropolitana
de San Salvador.
Se ha
constituido una unidad antipandillas y se ha integrado la labor de las
inteligencias de los diversos organismos del Estado vinculados a la Seguridad.
El
mayor control en los institutos penales y los fuertes golpes aplicados a las
organizaciones criminales, con detenciones de miles de cabecillas e integrantes
de las mismas, más decomisos de drogas, dinero y armas han sido fruto de este
fortalecimiento de la labor estatal contra el crimen.
Y
ahora, sumado a todo eso, la reciente tregua entre pandillas propiciada por la
Iglesia Católica ha agregado un nuevo factor de gran importancia en la fuerte
caída de los índices de criminalidad; me refiero a los homicidios, extorsiones,
robos, hurtos y secuestros.
Las
cifras son tan importantes –se ha pasado de un promedio de 14 homicidios
diarios a 5- que la experiencia que vivimos ha despertado el interés de la
comunidad internacional. La OEA considera, por ejemplo, que estamos ante una
oportunidad histórica para recuperar una sociedad lesionada por la violencia y el
delito.
Otros
países de la región han mostrado su interés en conocer en profundidad el
fenómeno.
Yo
quiero aprovechar esta exposición para agradecer el interés y acompañamiento de
países amigos y organismos multilaterales que nos ayudan con financiamiento en
tareas de prevención de la violencia, fundamentalmente.
Es que
estamos, francamente, ante una gran oportunidad y es por ello que convoqué a un
diálogo para generar un amplio consenso, una fuerte unidad nacional para la
seguridad y la generación de oportunidades para nuestra juventud, que se viene
desarrollando con éxito.
En tal
sentido, expreso aquí mi gratitud y reconocimiento por la actitud de
colaboración y apoyo expresados por los partidos políticos representados en
esta Asamblea Legislativa; por los alcaldes y alcaldesas del área metropolitana
de San Salvador y la dirigencia de Comures; por la academia y especialistas en
el tema; por empresarios comprometidos con la sociedad; por los directivos de
los medios de comunicación y por las jerarquías y liderazgos de las Iglesias
Católica y diversas expresiones de la Evangélica.
En los
próximos días completaremos esta ronda con las conversaciones con
representantes de organismos internacionales y países cooperantes y con los
movimientos sociales del país.
Con
todos estos sectores –reunidos en una mesa técnica- presentaremos dos temas
centrales para el acuerdo nacional que proponemos:
Primero,
un pacto nacional por el Empleo y la Inversión Productiva que genere
oportunidades para la juventud en general y para la juventud en riesgo en
particular.
Y
segundo, un anteproyecto de ley nacional de prevención de la violencia que
reúna todas las iniciativas del Estado en esta materia y que fije los
lineamientos de esta política de trascendental importancia para el futuro del
país.
Mientras
tanto, iniciaremos proyectos de prevención de la violencia destinados a jóvenes
que viven en zonas de alto riesgo, para capacitarlos y formarlos de manera que
estén en mejores condiciones de acceder al mercado de trabajo.
Esta
labor será coordinada de manera estrecha con las alcaldías del Gran San
Salvador, en un comienzo, para luego expandir esas experiencias a todo el país.
En
apoyo a estas acciones se ha sumado la nueva institucionalidad en materia de
política juvenil que es el Instituto Nacional de la Juventud, que a través de
becas y otras acciones llega a decenas de miles de jóvenes de todo el país.
De
este modo, estamos dando respuesta altamente positiva al primer obstáculo para
el crecimiento de El Salvador, establecido en el diagnóstico común de nuestro
Asocio para el Crecimiento con el gobierno del Presidente Barack Obama.
La
agenda gubernamental para los próximos dos años contempla, pues, el desarrollo
de esta apuesta por la seguridad y la paz y avanza sobre otros temas de igual
importancia estratégica.
En
materia económica, la agenda de cambios para los próximos dos años contempla la
promoción decidida del crecimiento económico y del empleo mediante el fomento
de la inversión productiva y de las exportaciones.
Los
instrumentos que se han diseñado para ese fin son el acceso pleno al crédito a
través del pleno funcionamiento del Banco Nacional de Desarrollo.
Esto
será acompañado por la ejecución del Sistema Nacional de Desarrollo Productivo
que tiene por objeto apoyar y asesorar a las micro, pequeñas y medianas
empresas, al sector cooperativo, a los propietarios individuales y a las
mujeres productoras en el proceso de formulación de proyectos para acceder al
crédito de la banca estatal. Y en la implementación de esos proyectos una vez
que hayan obtenido el crédito.
Ya he
mencionado más arriba las 13 líneas de crédito con que comienza esta nueva
Banca del Estado.
También
cumplirá un rol importante el desarrollo de la actividad agropecuaria a través
de la ampliación del Plan de Agricultura Familiar, para alcanzar el
autoabastecimiento alimentario, tal como nos lo propusimos.
Estas
acciones, más la concreción de proyectos emblemáticos como la concesión del
Puerto de La Unión; la modernización del Aeropuerto Internacional; la construcción
del primer tramo del nuevo Sistema de Transporte Metropolitano y el proyecto
Fomilenio II a desarrollarse en la zona costero-marina, contribuirán al mismo
objetivo.
Y con
el fin de acelerar la ejecución de las políticas sectoriales de fomento y la implementación
de un nuevo sistema de incentivos económicos a la inversión privada nacional y
extranjera, se presentará a consideración de esta Asamblea Legislativa una
nutrida agenda de iniciativas de ley.
Estas
iniciativas están siendo promovidas por el Consejo para el Crecimiento que,
como ustedes saben, se formó como parte de los acuerdos contenidos en el Asocio
para el Crecimiento y está constituido por cinco miembros del gabinete
económico del gobierno y por cinco empresarios de reconocida trayectoria nacional
e internacional.
Entre
las principales iniciativas que presentaremos a esta Honorable Asamblea
Legislativa se encuentran las reformas a la Ley de Zonas Francas Industriales y
de Comercialización, a la Ley de Servicios Internacionales y a la Ley de
Inversiones, que se modificará para introducir los contratos de estabilidad
jurídica cuyo propósito fundamental es garantizar a los inversores locales y
extranjeros que las condiciones iniciales de sus inversiones se mantendrán
inalterables mientras dure el ciclo de sus inversiones.
A la
vez, se promoverán nuevas normas como la
Ley de Firma Electrónica, la Ley de Garantías Mobiliarias y la Ley de
Insolvencia.
A este
propósito, exhorto a los diputados y diputadas que nos acompañen con su voto
para aprobar la Ley de Asocios Publico-privados que está en estudio y revisión
de esta honorable Asamblea Legislativa.
En
materia social, la agenda de cambios contempla la consolidación e
institucionalización del Sistema de Protección Social Universal y de la reforma
de Salud.
La
exitosa experiencia de la primera sede de Ciudad Mujer en el municipio de Colón
–a lo que ya hice referencia- ha merecido diversos premios internacionales que
expresan el interés y aprobación de organismos multilaterales y de
instituciones de diversos países del mundo.
Uno de
esos organismos, el Banco Interamericano de Desarrollo, el BID, ha hecho de
Ciudad Mujer un elemento de su política de promoción de la mujer en el
continente y ha contribuido al financiamiento de otras seis sedes más que se
construirán en estos dos años próximos. La primera de ellas será inaugurada en
Usulután, en el mes de septiembre del año en curso.
La
profundización de la reforma educativa con especial énfasis en la calidad e
innovación, ciencia y tecnología es otra de las iniciativas de los dos años
venideros.
La
profundización de la Reforma del Estado será otra prioridad de la agenda.
A
partir de este mes y de manera gradual comenzará a implementarse el Sistema
Nacional de Planificación, que trabajará en cinco áreas, en las que se
centrarán los mayores esfuerzos:
La
planificación económica y social; la inversión pública; la cooperación
internacional; la modernización del Estado y la planificación territorial.
Será
importante el dictado de una ley de la Función Pública para lo cual se ha
elaborado ya un borrador de anteproyecto que será sometido a una consulta para
luego ser enviado a consideración de esta Asamblea Legislativa.
Mientras
tanto crearemos, como figura transitoria, una comisión presidencial para la
gestión del empleo público, que atenderá las iniciativas destinadas a mejorar
la prestación de los servicios públicos.
Señoras,
señores:
He
querido hacer un capítulo aparte de las reformas políticas que consideramos
esenciales para fortalecer la participación popular, la gobernabilidad
democrática y consolidar el Estado Social de Derecho.
Conocemos
la realidad de un país fracturado por la emigración. Alrededor de un tercio de
la población se encuentra viviendo en el exterior, principalmente en los
Estados Unidos.
Esos
tres millones de salvadoreñas y salvadoreños aportan casi una quinta parte del
producto bruto en remesas, lo que sostiene la economía popular y la
macroeconomía en un alto grado.
Sin
embargo, esa tercera parte de la sociedad no vota.
En el
interior de nuestro país, solamente ha votado en las recientes elecciones
legislativas y municipales un poco más de la mitad del padrón.
Si
observamos estas realidades veremos que la participación ciudadana en la
elección de sus autoridades es muy baja y resta legitimidad a los procesos
electorales.
Es por
esta razón, pero es también porque fue mi firme compromiso de campaña con
nuestras hermanas y hermanos lejanos, que impulsamos el voto en el exterior.
A
ellos no solamente debemos garantizarles el voto, sino que debemos
facilitárselo para que su vínculo efectivo con su patria no sea tan solo una
remesa.
Por
ello, quiero anunciarles que en los próximos días presentare a esta honorable
Asamblea Legislativa el anteproyecto de Ley especial para el ejercicio del voto
desde el exterior en elecciones presidenciales.
Este
anteproyecto, señoras y señores, tiene como antecedente un documento de un
elevado valor técnico, elaborado con el apoyo del Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo, basado en más de cuatro mil entrevistas realizadas con
salvadoreños en el exterior y el estudio de experiencias internacionales en
esta materia.
Quiero
señalar que estamos ante una iniciativa que es un acto de justicia, de
reconocimiento a nuestros compatriotas en el exterior, a su aporte al país, a
la sociedad y a sus familias.
Estoy
seguro de que las señoras y señores legisladores nos acompañarán con su actitud
positiva y su voto favorable para hacer realidad este anhelo de la comunidad
salvadoreña en el exterior y, con seguridad, de todo nuestro pueblo.
Amigas
y amigos legisladores:
El
Salvador ha entrado en un nuevo curso de su historia y de nosotros depende que
sea el que el pueblo espera y merece.
El
tiempo al frente de los destinos del país es breve, infinitamente breve en ese
largo camino histórico de la patria que sin duda la conducirá al puerto deseado
por todos.
Por
ello, quiero ratificar este día mi compromiso por dejar al cabo de mi mandato
un país mejor, preparado para enfrentar las crisis, las acechanzas, los
desafíos, los desastres de la naturaleza que sólo domina Dios.
Mi
compromiso por un país productivo, que premie al laborioso, al trabajador, al
emprendedor, al amante de la vida y de las reglas justas.
Un
país que tal vez haya soñado en silencio Monseñor Romero y que nos lo sugirió
en sus permanentes apelaciones a la justicia, a la equidad, a la solidaridad,
al amor al que sufre, al que necesita, al que nada tiene.
Reafirmo
mi compromiso con los cambios que el país y el pueblo requieren y pido a
ustedes, representantes del pueblo, unirnos y comprometernos a poner el oído en
el corazón del pueblo y a seguir sus latidos, que dirán el rumbo que deberemos
transitar.
Les
agradezco la atención que me han dispensado. Les
agradezco si consideran mis palabras y peticiones como sinceras, francas y
verdaderas.
Que Dios los bendiga
Que Dios bendiga a nuestro amado pueblo.
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